Di NO a la peor adicción del mundo – ¿pero cómo?

Quizás alguien sí lo oye por primera vez, pero no es una novedad: la adicción al azúcar es una de las peores adicciones. A lo largo de la evolución, nos hemos acostumbrado a adorarlo, nuestro cerebro está loco por él y nuestras células de grasa enseguida empiezan a almacenarlo para "los malos tiempos". Sin embargo, durante la evolución, nunca ha estado tan disponible como en el último medio siglo. 

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Lo que solía ser una adaptación a las circunstancias en las que los alimentos no estaban disponibles y había que hacer un esfuerzo para conseguirlos, ahora, en la época de la abundancia de los alimentos procesados (= llenos de azúcar y grasa procesada) vale para una mala adaptación.

 

¿Por qué estamos mal adaptados a la dieta occidental, o sea, a la comida "basura"?

Porque nos desarrollábamos en circunstancias completamente diferentes. Somos como las moscas del vino junto al vino: nos estamos ahogando en abundancia, sin embargo, la resistimos con mucha dificultad.

¿En qué circunstancias nos desarrollábamos y por qué la comida rápida occidental resulta dañina para nosotros?

 

PORQUE ESTAMOS ACOSTUMBRADOS A LOS ALIMENTOS CON FIBRAS

En los viejos tiempos no había a nuestra disposición azúcares simples como azúcar blanco, dulces, pan blanco, pasta blanca, productos de harina blanca... La mayor parte del azúcar estaba ligada a las fibras que ahora se extraen durante el procesamiento. Debido a la fibra, el azúcar se liberaba lentamente en la sangre, lo que significa que nos sentíamos llenos durante un tiempo más largo y así no sentíamos la necesidad de comer tanto.

 

PORQUE ESTÁBAMOS ADAPTADOS A UNA CANTIDAD MENOR DE COMIDA Y MÁS ACTIVIDAD FÍSICA

Simplemente no había tanta comida disponible. Para encontrar frutos y plantas comestibles, teníamos que caminar varios kilómetros al día, y también gastábamos mucha energía durante la caza.

 

PORQUE ESTÁBAMOS ADAPTADOS AL ALMACENAMIENTO EN FORMA DE GRASA

Aunque en el pasado la mayor parte del tiempo mucha gente pasó más hambre que abundancia, en realidad vivía una vida mucho más saludable, ya que el cuerpo enseguida almacenaba todos los excesos de calorías en las reservas de grasas. Eso permitía la supervivencia en los períodos de inanición.

 

PORQUE ESTÁBAMOS ADAPTADOS A ADORAR EL AZÚCAR

A través de la evolución, también hemos aprendido a adorar los sabores dulces porque la dulzura nos comunicaba 2 beneficios importantes de los alimentos: que no son tóxicos y que son muy calóricos. Los alimentos dulces daban más posibilidades para sobrevivir y aparte más energía para la caza y la recolecta.

 

Por culpa de la dieta occidental de hoy estamos programados para la obesidad

¿Estamos de acuerdo de que la comida rápida es deliciosa, huele bien y tiene una textura tentadora, no? Piensa en el pan blanco y blando, cruasanes recién hechos, galletas crujientes, pasta blanca con tu salsa favorita... Toda esta comida está llena de azúcar. Pero, desafortunadamente, nuestro cuerpo no puede pasar por alto cientos de años de adaptación a una comida diferente.

Debido a tal dieta nos hemos vuelto obesos, tenemos problemas cardiovasculares y muchas otras enfermedades como el desgaste de las articulaciones, la pérdida de densidad ósea, la diabetes tipo II, la depresión y otras.

 

¿Cómo podemos resistir a la adicción al azúcar y perder peso?

Hay que romper ese círculo vicioso: cuanto más azúcar comemos, más lo deseamos. Ya lo sabes. Esto sucede porque cuando se consume el azúcar, este se eleva rápidamente en la sangre, nuestro cuerpo lo introduce rápidamente en las células y lo convierte en las reservas de grasa. El problema es que el azúcar en la sangre también baja con la misma velocidad, por lo que empezamos a sentir la fatiga y el hambre. Y nuevamente queremos algo que tiene un efecto inmediato: alimentos dulces y grasientos.

Por lo tanto, es necesario volver a lo que estamos adaptados: a las fibras que regulan el nivel de azúcar en la sangre y reducen el hambre famélico, y a los ingredientes activos vegetales que prolongan la sensación de saciedad y aumentan el consumo de reservas de grasa.