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Si quieres perder peso, lo primero es comer menos. Pero eso no significa que tengamos que morirnos de hambre. En cambio, simplemente deja de comer tan pronto como te sientas lleno. ¿Pero, cómo lo reconoces?
En primer lugar, debes diferenciar entre saciedad y hartazgo. La saciedad ocurre cuando ya no tienes hambre porque el cuerpo tiene lo que necesita. Por otro lado, el hartazgo es la sensación que tienes cuando has comido bien, pero que todavía tienes hambre para poder comer un poco más.
El paso más importante para sentirse lleno es simplemente tener hambre. La saciedad no puede existir sin hambre. ¿Por qué? Porque el hambre nos dice cuándo nuestros cuerpos necesitan nutrientes y cuánto.
Esto significa que no se debe comer antes de sentir hambre. Si comes todos los días a la misma hora solo porque estás acostumbrado, incluso si no tienes mucha hambre, la saciedad no ocurrirá.
Además, tenemos que escuchar a nuestro cuerpo para saber qué comer. Por ejemplo, si nuestro cuerpo necesita proteínas, anhelamos alimentos ricos en proteínas como la carne o los huevos. Pero si comemos una ensalada en su lugar (porque creemos que es una alternativa más saludable que nos hará perder peso), el cuerpo no obtendrá la proteína que necesita y, por lo tanto, la saciedad no va a suceder.
Por lo tanto, es muy importante escuchar los deseos de nuestro cuerpo.
La clave es comer despacio. Si nos tomamos el tiempo para saborear cada bocado, nuestro cuerpo tiene más tiempo para reconocer los nutrientes que han ingresado y para notificarnos cuando sea suficiente.
Por otro lado, si comes rápidamente, corres el riesgo de absorber más alimentos de los necesarios porque la saciedad no tiene tiempo para desencadenarse debido a la velocidad con la que los nutrientes ingresan al cuerpo.
Si a pesar de todos tus esfuerzos por comer bien, aún sientes los antojos con más frecuencia de la que deseas, un buen método para eliminarlos es tomar un suplemento inhibidor del apetito.
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